domingo, 22 de diciembre de 2013

POBLAMIENTO HISPANO DE LA CIÉNAGA DEL PALMAR (1750-1812)



La historiografía magdalenense casi en su totalidad se remite a la ciudad de Santa Marta y los principales centros urbanos, rara vez hacen referencia a puntos distantes o con población dispersa, como es el caso de los pueblos que se ubicaron en las riveras de la ciénaga del Palmar al sur del departamento del Magdalena.  Estos pueblos desde el momento en que se inicia su poblamiento y hasta inicios del siglo XX, no pasan de ser puntos poblados o caseríos. Sin aparente importancia para la historia oficial del magdalena.
A partir de la ampliación de la frontera agrícola (Sánchez, Santos, 2003) y la ganadería trashumante (Daza, 2009) podemos explicar la fundación, refundación y poblamiento en muchas regiones que se escapaban al control del gobierno colonial por no haber sido “pacificados”. Este es el caso de la Nación Chimila, que aunque en jurisdicción de la gobernación de Santa Marta, permaneció fuera de su control hasta mediados del siglo XVIII. Por esta época a Josep Fernando de Mier Y Guerra le es encomendada la pacificación y poblamiento de la región en cuestión. En este espacio y tiempo hemos ubicado  el poblamiento de la pequeña región de la ciénaga del Palmar, en la que se ubican hoy el municipio de Pijiño del Carmen y los corregimientos de Cabrera y Filadelfia en del departamento del Magdalena.
La historiografía del Magdalena hace muy poca referencia a esta pequeña región tal vez por ser esta una región de poca importancia económica y demográfica. Lo cierto es que en la literatura que da cuenta sobre el pasado del Magdalena solo hemos encontrado algunas referencias vagas, que separadas no nos ofrecen ninguna información completa.
En 1996 aparece un trabajo titulado “Geografía Económica del Magdalena Grande (1946-1955)”; del abogado Manuel J. Díaz-Granados, libro que da cuenta de aspectos varios relacionados con la producción agrícola, ganadera, pesquera y artesanal del departamento del Magdalena.  En el año 2000 el profesor José Manuel Rodríguez Pimienta publica “comentarios sobre historia política y administrativa del magdalena. Siglos XIX y XX”  texto que nos ayuda a entender las situaciones por la cuales atravesaron los pobladores de las regiones que hicieron parte del Estado Soberano del Magdalena en el siglo XIX y del departamento del magdalena en el siglo XX ; durante las innumerables guerras civiles que sufrió el país desde el momento mismo de su independencia.  William Hernández Ospino publicó también en el año 2000 su “Historia de la Catedral de Santa Marta”  este pequeño texto nos ayuda a entender algunas de las razones por las cuales la iglesia no ejerció coerción suficiente sobre esta región. En el año 2002 los historiadores Luis Alarcón Meneses, Jorge Conde Calderón y Adriana Sánchez Delgado; publicaron “Educación y Cultura en el estado Soberano del Magdalena (1857-1886)” y aunque el libro trata sobre aspectos relacionados con la política educativa, su primer capítulo nos entrega luces sobre el comportamiento poblacional de esta región. El octavo numero de la revista historia Caribe publicó entre sus ensayos “dos casos de colonización y expansión de la frontera agrícola en la gobernación de Santa Marta en la segunda mitad del siglo XVIII” trabajo fundamental para entender el desarrollo del proceso de poblamiento de la región de la ciénaga del Palmar.  En el año 2010 el maestro Esginio Arrieta López  publicó un pequeño volumen que para nuestra tarea investigativa es de vital importancia, pues, recoge gran parte de la tradición oral de los pueblos de la ciénaga del Palmar, “Pijiño sus Mitos y sus Leyendas” es en cierto modo la recolección de todos esos recuerdos e “historias” que se han transmitido en esta región de generación en generación.
En nuestro trabajo investigativo partimos del criterio democratizador de las nuevas formas de hacer historia, de tal manera que intentaremos aplicar la historia desde abajo concepto propuesto por los miembros de la escuela marxista inglesa y el modelo teórico del profesor Pierre Vilar quien sugiere abordar la investigación histórica, como una totalidad, sin refugiarse en ninguna de las parcelas historiográficas, donde podamos explicar los procesos de población y conflicto de la ciénaga del Palmar sin desatender factores importantes de la cultura, la economía y la política de la época en estudio, pues, desconocerlo sería desconocer también desconocer el contexto en el que se llevaron  a cabo los conflictos por la tierra la libertad y el proceso de poblamiento.
En este periodo “solo la cima, el extremo superior del edificio social han impreso huellas suficientemente profundas como para que puedan seguir siendo legibles” (Duby, Lardreau, 1988) hoy; los protagonistas de este trabajo no son los miembros más altos del edificio de la sociedad colonial, muy por el contrario, son los pardos como se les denominaba en aquel entonces más o menos en forma despectiva, por esta razón nuestra tarea investigativa consiste en “hacer hablar” a los primeros pobladores de la ciénaga del Palmar a partir de mediados del siglo XVIII.

A excepción del comercio ilegal y la ganadería extensiva, en la isla de Mompox no se había presentado hasta el siglo XVIII un importante desarrollo de las fuerzas productivas. Sin embargo las continúas inundaciones año tras año durante los meses de lluvia hacía imposible la ampliación de la frontera agrícola y ganadera. A la vez que la creciente población de pardos libres de vínculos señoriales, reclamaban tierras para el cultivo y la cría de animales, no para el mercadeo sino para su propia subsistencia dado que estos no alcanzaban todos a ser empleados en las haciendas de la región. (Fals, 1980 P 103b)

Por esta razón se presionaba al gobierno colonial la ampliación de la frontera económica. La tierra entonces tenía varios significados, para los grandes propietarios –muchos de ellos con títulos de nobleza- significaba poder; la tierra para ellos no era un medio de producción, la posesión de grandes extensiones de tierra significaba prestigio, reputación; mientras que para las familias de pardos significaba la obtención de los elementos básicos de supervivencia.

A mediados del siglo XVIII no se había podido concretar la completa pacificación de una extensa y rica región, frente a los ojos de los momposinos. Solo al atravesar el rio magdalena se encontraba la “Nación Chimila” compuesta por un grupo de pueblos semi-nómadas, que para la época ya se habían establecido en algunos caseríos, dedicados a la pesca, la recolección, la alfarería, y en menor proporción a la agricultura;  comerciaban con otros pueblos de la cultura Caribe a través del trueque, utilizando el rio magdalena como su principal vía de comunicación. 

La producción Chimila era comunal, igual que la propiedad sobre la tierra, no alcanzaron a desarrollar ni la esclavitud ni la servidumbre, divididos en pequeños grupos de familias eran gobernados por caciques no hereditarios, quienes lideraron la resistencia al dominio colonial adoptando una movilidad más frecuente como mecanismo de defensa, desde la fundación de la ciudad de Santa Marta hasta mediados del siglo XVIII cuando su resistencia se quebró de manera definitiva a causa de la intervención militar y colonizadora de los grupos de blancos  y pardos que aunque pobres eran ya para esta época  poseedores de la cultura hispana; he ahí la importancia que tuvieron estas poblaciones en la extensión de la frontera cultural (Palacios, Safford, 2007).


El arzobispo y virrey Antonio Caballero y Góngora patrocinó por todo el virreinato la creación de colonias agrícolas, con el propósito de entregar tierras a los desposeídos sin que esto afectara en nada a los grandes hacendados.  Fue solo hasta los años cuarenta del siglo XVIII cuando se inicia la inserción al modelo colonial de gran parte de la región dominada por el pueblo Chimila, permitiendo así el poblamiento de estas nuevas tierras a colonos mestizos zambos y mulatos libres de vínculos señoriales (Fals 1980 P 103b).
Fueron varias las razones que motivaron la colonización de estas tierras veamos:
Un primer hecho que motivó la colonización de estas tierras fue sin lugar a dudas el transporte de ganado[2], dada las dificultades de cría de nuevo ganado en la isla de Mompox sobe todo durante las temporadas de lluvia. Se hacía necesario transportar ganado de una ribera a otra. Luego de la pacificación de esta zona era posible comenzar a criar ganado nuevo y de esa manera extender las fronteras de las ya extensas haciendas ganaderas. La anterior afirmación se sustenta en la tesis expuesta por la profesora Valentina Garlaza, pues para ella “el estudio de la ganadería trashumante contribuye a entender el poblamiento y la colonización del territorio y las conexiones interregionales; ello se puede observar para nuestro caso” (Daza, 2009). Pero aquí tenemos que resaltar lo distinto de las motivaciones; pues, el único hecho que motivó la colonización de estas tierras a las familias acomodadas de Mompox fue la ampliación de la frontera ganadera, sin pensar en ningún momento en ocuparlas, porque ellos sabían que propiciando su poblamiento era posible que los colonos adelantaran trabajos necesarios para sus interés, tales como la quema y el desmonte de la selva indispensables para iniciar la cría de nuevo ganado. Normalmente las tierras colindantes a los pueblos recientemente fundados, eran ocupadas más o menos de forma arbitraria para el establecimiento de hatos ganaderos, ese fue el caso del hatillo de Pijiño. (Jaramillo, 1993)  Mientras tanto las familias de pardos que ocuparon estas tierras buscaban su propia subsistencia, buscaban mejorar sus condiciones de vida, buscaban verdadera libertad.
La actividad ganadera implicaba grandes esfuerzos económicos “el arreo de ganado generaba muchos esfuerzos por parte de los vaqueros, las diversas haciendas y obviamente implicaba costos en su alimentación en tercios de carne, maíz y plátano… los recorridos eran tan extenuantes que los animales perdían peso además podían perecer ahogados por las crecidas del rio” (Daza, 2009, p. XX). Para los grandes propietarios de la isla de Mompox esto no era significativo pues, las propiedades de los ganaderos eran muchas; esto nos permite intuir que la ganadería –al menos en esta región- era exclusiva de las familias adineradas, pues, los costos y el sostenimiento de los animales y trabajadores dada la necesidad de transportarlos de un lado al otro del rio eran muy altos. (Jramillo, 1993 p.181)

Pero otro hecho que motivó la colonización de la región de la ciénaga del palmar fue que ocupando las tierras recientemente conquistadas, mestizos, zambos y mulatos libres de vínculos señoriales; se liberaban también de la pesadísima carga que significaba la vida colonial, el excesivo control que ejercía la iglesia[3] en esta villa, las altas, cargas tributarias, que crecían día a día, las intrigas políticas por el poder que los obligaba a ubicarse en uno u otro bando, los grandes hacendados de Mompox reclutaban a estas humildes personas como peones en sus haciendas quienes recibían mal trato la mayoría de las veces, eran tratos tan inhumanos que los llevaba a tomar la decisión de atravesar el rio e iniciar una nueva vida,(Sánchez, Santos, 2003 P. 113) desertando de las relaciones de producción impuestas por el estado colonial.

Era usual para la época que los pequeños propietarios de tierra –mestizos en su mayoría o blancos pobres- alentaran a los esclavos a la fuga para emplearlos como cargueros o peones en sus fincas, la auto compra de la libertad, la liberación de esclavos improductivos, y de esclavas concubinas fueron algunas de las distintas formas de alcanzar la libertad. Pero esta era en cualquier caso una libertad restringida dado que los recientemente libertos eran vistos con frecuencia como fuente del desorden social, por tal motivo se les impuso “…restricciones a su libertad de locomoción, a la posesión de armas y a la prohibición de contraer matrimonio por fuera de su grupo racial.” Por esta razón muchos de ellos “salieron de las áreas de control hispano.” (Palacios, Safford, p. 134) y para el caso concreto de la villa de Mompox encontraron en las riveras de la ciénaga del Palmar su nuevo hogar.

En la ribera contraria del rio se observaba un paisaje totalmente distinto, donde la naturaleza le proporcionaba a sus pobladores  su objeto de trabajo, puesto que se trataba de la roturación de tierras vírgenes, era un paisaje de libertad, igualdad y fraternidad; donde no se acataban leyes ni las instituciones del estado ejercían control suficiente, la iglesia, el gobierno colonial y los grandes hacendados; elementos de opresión, se encontraban muy lejos, en los alrededores de la ciénaga no existían controles excesivos, por parte de la iglesia ni el gobierno, no existía propiedad sobre la tierra, no existía una división del trabajo. Vivían en verdadera libertad.

 No había matrimonios, ni títulos de nobleza, ni educación escolar, ni determinadas formas de vestirse o alimentarse que estratificara a sus pobladores. En el nuevo hogar la naturaleza era la proveedora de todo lo necesario para vivir, los títulos de nobleza, la educación, la iglesia los vestidos y hasta los modales brillaban por su ausencia.

Valiéndose de los medios de trabajo, los nuevos pobladores de la ciénaga no se adaptan pasivamente a las condiciones naturales del medio ambiente sino que influyen activamente en ellas, las transforman en consecuencia con sus necesidades, creando una “segunda naturaleza” y sobre esta base forman las condiciones sociales –y laborales- de su propia existencia. Aunque debido al pobre nivel de los materiales utilizados en la producción agrícola podemos afirmar que el desarrollo de sus fuerzas productivas era muy bajo para la época.

La colonización espontanea de las riveras de la ciénaga del Palmar coinciden con el desarrollo de la crisis orgánica en las colonias españolas en América, iniciada con las reformas borbónicas del siglo XVIII. Los pobladores de la ciénaga del Palmar se hallaban  al margen del modo de producción colonial, modo de producción que en la región solo se experimentaba en el hatillo de Pijiño propiedad de la familia Mier y Guerra; en los hatos ganaderos y demás empresas coloniales existían una fuerzas productivas representadas en la tierra, las herramientas de trabajo y una relaciones de producción esclavistas y de semi-servidumbre características de las relaciones  patrón-peón para la época en estudio.

Con frecuencia los párrocos de las poblaciones cercanas visitaban el hatillo de Pijiño con el propósito de inculcar entre peones y esclavos desde el pulpito de la capilla, la subordinación total al patrón, para algunos investigadores del pasado como es el caso de S. Kalmanovitz (1995) la iglesia se había convertido para la época en el brazo religioso de la explotación terrateniente.

La única forma de entender las luchas y aspiraciones de los pobladores “libres” de la isla de Mompox y luego emigrados a las regiones circundantes de la ciénaga es observarlos dentro del marco de la formación social. El concepto de formación social es la piedra angular de la comprensión materialista de la historia, este concepto define tanto el sistema de relaciones sociales y de producción, como los intereses (y los sueños) de las distintas clases que conforman determinado sistema.

La poca agricultura que se presentaba era exclusivamente para el sustento de los trabajadores libres y esclavos del hato ganadero. Gran parte del ganado vacuno en forma de carne salada, era enviada a Cartagena para el consumo de los galeones españoles, lo que generaba desabastecimiento de carne y algunos productos agrícolas en la región (Palacios, Safford, p. 127)

En los pueblos de la ciénaga del Palmar el principal medio de producción –la tierra- se halla en manos de toda la sociedad, a diferencia de las relaciones de producción creadas en el hatillo de Pijiño, en el resto de la región sus pobladores han establecido entre ellos relaciones de cooperación y ayuda mutua, entre tanto en el hatillo de Pijiño donde los medios de producción pertenecen a particulares las relaciones de producción son de subordinación y dominación, donde cohabitan relaciones de esclavitud y semi-servidumbre.

Este nuevo proceso de producción en los alrededores de la ciénaga da origen a un nuevo ser social, un ser con un concepto de libertad distinto. Estas familias de haber permanecido en la isla de Mompox se hubieran visto forzados a aceptar esas relaciones desfavorables de producción. Mientras tanto en el hatillo de Pijiño se impusieron las mismas relaciones de producción que en la isla de Mompox, por tal motivo se imponen también entre sus trabajadores libres las mismas ideas, concepciones y aspiraciones de los hombres. El ascenso social.

La fundación del hatillo de Pijiño debió traer consigo un impacto nefasto sobre los bosques de la rivera de la ciénaga, pues, a la tala y quema de inmensos arboles para vender la madera y dar origen a nuevos potreros, se suma el hecho de que  los capataces incentivaban la caza y sacrificio de animales salvajes que pudieran poner en peligro el ganado.[4]

 A mediados del siglo XVIII no se había decidido aún si Santa Marta capital de la provincia debía o no tener iglesia catedral, pues, ya la había contado con ella y por agresión de piratas, -en unas ocasiones- y por la dispersión de su población -en otras-; las autoridades virreinales no habían considerado de mucha importancia la construcción y sostenimiento de una iglesia catedral (Hernández, 2000). Esta situación explica la total ausencia de autoridades eclesiásticas en la región de la ciénaga del palmar, y por tal motivo el poco control ejercido por esta institución, que se ponía de manifiesto en la poca administración de sacramentos como el bautizo y el matrimonio. Estos sacramentos eran administrados rara vez, por clérigos que visitaban la zona con el propósito de rendir informes a sus superiores. De esa forma los obispos conocían la situación de los lugares más apartados a su cargo. Fruto de uno de esos informes el obispo de Cartagena al respecto de los pobladores de la ciénaga decía: “viven separados de los pueblos y tan distantes de la iglesia que ni oyen misa los días de fiesta ni cumplen con la parroquia como lo manda la santa iglesia” (Sánchez, Santos, 2003 P. 112)

Alejados estos pobladores de las pesadas cargas del estado colonial, de la iglesia y los grandes hacendados; Alejados incluso de los conflictos y las intrigas por el poder, los pobladores de la ciénaga del palmar tuvieron que enfrentar otros tipos de problemas, la insalubridad. Esta situación golpeaba fuertemente a sus pobladores hasta el punto que las expectativas de vida no superaban los 50 años en promedio y por otro lado la población infantil se mostraba propensa a altos índices de mortalidad(Alarcón, Conde, Santos, 2002).

Los nuevos pobladores de las riberas de la ciénaga del palmar pardos libres de relaciones señoriales, provenientes de la isla de Mompox, se dedicaban a la siembra de yuca, ahuyama y ñame; estos productos eran utilizados para el consumo de los mismos habitantes e intercambiados por otros provenientes de regiones altas o costeras;  estas actividades fueron alternadas con la cría de animales como gallinas y cerdos y el transporte por la ciénaga hasta el rio y viceversa, los hombres dedicados a esta actividad servían como bogas y canoeros, pero la actividad económica de primer orden fue sin lugar a dudas la pesca, las dificultades para el transporte y  las comunicaciones de la época, nos permite intuir que la dieta alimenticia de los residentes de la zona en estudio era muy poco balanceada y debía basarse principalmente en su propia producción agrícola y pesquera.
En épocas de creciente el asecho de animales depredadores y caimanes diezmaba la población (Arrieta, 2010), es muy posible que el promedio por familia al finalizar el siglo XVIII fuera de cinco personas aproximadamente (Alarcón, 2002), desafortunadamente –hasta este momento- esta investigación no ha tenido acceso a datos estadísticos que nos permitan abordar esta situación de una manera más precisa, dado que en los censos que se realizaron durante los años de 1779 y 1780 no incluyeron a las personas que habitaban las selvas y demás lugares apartados de los centros poblados.

Sin embargo la tradición oral nos ha permitido establecer esta situación como la primera y principal causa  de necesidad de agrupación de las familias que desde mediados del siglo XVIII iniciaron el poblamiento de las riberas de la ciénaga del Palmar.

Los puntos de Pijiño y Cabrera que hasta entonces habían servido el primero de hato ganadero y el segundo puerto para el transporte, les sirvió a los nuevos pobladores para agruparse y constituir así unos muy pequeños centros poblados. La primera dificultad que tuvieron que  enfrentar los nuevos pueblos fue de comunicación, dado que la única vía de transporte era la ciénaga y el rio, pero esta dificultad rápidamente se convirtió en una oportunidad ya que los pobladores de estos puntos se convirtieron en expertos navegantes, hasta el punto de conocer la ciénaga mejor que nadie en la época.

El punto de Cabrera se constituye en un ejemplo típico de las relaciones económicas residuales, distintas a las dominantes y que a pesar de su cercanía a las poblaciones fundadas por Josep Fernando de Mier y Guerra no pudo durante el siglo XVIII ser sometida al control socio-político y religioso del estado colonial dado que los medios de cultivo espiritual –escuela e iglesia- no hacían presencia en estos lugares.

La superestructura colonial no ejerce influencia suficiente en esta región durante los primeros años de su poblamiento, en otras palabras los deseos e intereses de la clase dominante mompoxina no abarcaban el punto de Cabrera. Las clases dominantes entonces buscaban por todos los medios influenciar  las relaciones sociales de la población de tal forma que aparece la necesidad de crear las instituciones necesarias para tal fin. La iglesia es para la época la única institución moldeadora de la conciencia por excelencia y defensora de los intereses del estado colonial. 

Pero los habitantes de Cabrera no estaban interesados en dejarse influenciar –al menos en los primeros años de su poblamiento.-  Una muestra de tal desinterés por las instituciones eclesiásticas, fue la poca diligencia en la construcción de un templo, como si se hizo en otras poblaciones durante los años de su fundación. A los primeros pobladores de la ciénaga no les interesaba la consolidación de autoridades de ningún tipo.  

Las continúas tenciones, guerras civiles y luchas por el poder; comenzaron a afectar de manera negativa los pueblos de la ciénaga del palmar en la segunda década del siglo XIX, hasta el punto que sus pobladores, debieron girar de un lado al otro, según los movimientos de la política decimonónica. Sus residentes eran obligados a cooperar a favor del sector dominante, la gran mayoría de las veces sin conocimiento de la causa que defendían o combatían, por esta razón tuvieron que afrontar en más de un episodio de su historia las retaliaciones de los grupos armados que buscaban imponerse al sector dominante.

El primer ejemplo de estas situaciones lo encontramos en 1812 (tal vez un 17 de octubre), en medio de las luchas por la independencia, los efectos sobre los pueblos de la ciénaga no pudieron ser más nocivos, Pijiño y Cabrera fueron incinerados en su totalidad a manos de las tropas de patriotas momposinos; estos acusaban a los pobladores de la ciénaga de brindarle alimento, hospedaje y transporte a las tropas realistas (Salcedo, 1987. Pág. 128).

A Manera de Conclusión
“Hacer hablar” a los primeros habitantes de la ciénaga del Palmar no ha sido una tarea fácil, pues, las fuentes solo nos informan de los sectores privilegiados de la sociedad colonial, solo estos grupos han dejado huellas lo suficientemente fuertes como para que puedan seguir siendo leídas a través los años. No obstante continuaremos nuestra búsqueda hasta poder concluir esta tenaz tarea.  Iniciar una nueva discusión historiográfica puede ser una tarea igualmente difícil dado que a los sectores dominantes de la comunidad académica, se interesan más por los procesos históricos que abarquen periodos y espacios geográficos más amplios. Rara vez se interesan por periodos cortos y espacios geográficos reducidos que impliquen un trabajo micro-histórico.


Bibliografía

Arrieta, E. (2010).  Pijiño sus mitos y sus leyendas, Bogotá, vida impresores.

Alarcón, L.; Conde, J.; Santos, A. (2002). Educación y Cultura en el Estado Soberano del Magdalena (1857-1886), Barranquilla, Fondo de publicaciones Universidad del Atlántico.

Daza, V. (2009). Los Marqueses de Santa Coa. Una historia económica del caribe colombiano, Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia.

Duby, G. (1999). El caballero, la Mujer y el Cura, Bogotá, Taurus. 

______Lardreau, G. (1988) Dialogo con la Historia, Madrid, editorial Alianza.

Fals, O. (1979). Historia Doble de la Costa. Tomo I Mompox y Loba, Bogotá, Carlos Valencia Editores.

 Hernández, W. (2000). Historia de la Catedral de Santa Marta, Santa Marta, Graficas Gutenberg.

Jaramillo, E (1993). “Haciendas y Hatos Ganaderos de  Mompox. Su origen, evolución e importancia en el desarrollo pecuario colombiano” en boletín historial, N° 26

Kalmanovitz, S. (1995). Economía y Nación. Una breve historia de Colombia, Bogotá T.M. Editores.

Palacios, M.; Safford, F. (2007). Colombia País Fragmentado, Sociedad dividida, Bogotá, Grupo Editorial Norma.

Sánchez, H.; Santos, A. (2003). “Dos casos de colonización y expansión de la frontera agrícola en la gobernación de Santa Marta en la segunda mitad del siglo XVIII: San Sebastián de Ribago  y Santa Cruz Pijarro” en Historia Caribe Vol. III  N° 8

Salcedo, P. (1987) Apuntaciones historiales de Mompox,  Cartagena, Gobernación de Bolívar




[1] Historiador.
[2] De esta forma confirmamos aquella hipótesis que nos sugiere la tradición oral según la cual los pueblos de la ciénaga comienzan a poblarse a partir del transporte de ganado de una ribera del rio a otra, dada las pocas posibilidades de cría de nuevo ganado en la isla de Mompox.
[3] Los controles por parte de la iglesia debían ser minuciosos según una vieja tradición medieval al respecto ver: Duby, (1991)
[4] La tradición oral afirma que la mayoría de esos árboles eran arboles de Pijiño madera muy fina y apetecida por los constructores de la viviendas. Esta afirmación aun no la hemos podido confirmar.

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