domingo, 19 de febrero de 2023

IGLESIA Y ESTADO. Conflictos y Cooperación por la Educación Pública en Colombia. (1925-1945)




La iglesia católica estuvo desde los inicios mismos de la conquista europea de América interesada en la educación tanto de los hijos de los conquistadores como de las masas indígenas, aunque de distintas maneras, crearon escuelas y universidades para unos y escuelas de adoctrinamiento cristiano para otros. Según Luis Beltrán Prieto Figueroa “en las encomiendas y bajo el patrocinio de los misioneros, que intentaron la catequización de los indios para incorporarlos mansos a la explotación de un continente”.[1] La educación indígena tenía un único objetivo: civilizar; es decir convertir a los indígenas al cristianismo y enseñarles a hablar en castellano.

Esta tendencia de dos tipos de educación una para las elites y otra para el pueblo va seguir siendo una constante durante todo el antiguo régimen colonial e incluso durante el siglo XIX republicano. Las reformas de medio siglo trajeron consigo un gran dilema, los liberales del siglo XIX europeo en el cual se inspiraron dichas reformas se habían manifestado contrarios a los intereses y aspiraciones de las iglesias, sin embargo en Colombia esta no podría ser un enemigo sino un aliado -aunque algunas veces incomodo- pues se necesitaban mutuamente en palabras de Aníbal Ponce “veía en ella, y con razón, un instrumento poderoso para inculcar en las masas obreras la sagrada virtud de dejarse esquilmar sin impaciencias”[2] este sentimiento sobrevivirá durante todo el siglo XX.

El siguiente periodo significó un aumento del retorno al país de órdenes religiosas que desde épocas coloniales lo habían abandonado, fundando escuelas para las elites urbanas. También llegaron nuevas comunidades religiosas, muchas de ellas dedicadas a la educación, según José Cortés todo esto en el marco de proceso denominado de romanización[3] en el cual la iglesia católica asumió un papel más activo haciendo más presencia en la vida cotidiana de sus feligreses, creando nuevas órdenes religiosas con carácter misionero, dedicándose más a lugares apartados y de frontera, por lo que América cobro mayor importancia en este proceso, por su parte en Colombia al igual que otras naciones buscaron estrechar relaciones con el vaticano, de la misma forma como se buscaron pactos y alianzas con potencias extranjeras, en este caso a través del concordato.

La llegada de comunidades religiosas al país continuó durante las primaras tres décadas del siglo XX, llegaron al menos veinte comunidades religiosas dedicadas la mayoría de ellas a la educación, constituyéndose la iglesia en la institución por fuera del estado más interesada en la educación en Colombia, dado que estas ofrecían educación primaria, secundaria, complementaria, técnica, normalista y universitaria en los departamentos andinos y las costa norte principalmente. Según Rafat Ghotme los conflictos con la iglesia se dieron antes con dirigentes del partido conservador, debido a la reforma de 1924 que permitía a los padres escoger los planteles donde estudiarían sus hijos.[4]

Mientras tanto en la provincia los funcionarios conservadores convencidos de la homogeneidad del pueblo colombiano se atrevían a entregar definiciones sobre los objetivos de la educación, un ejemplo de lo anterior es lo expresado por Rafael Ángel Donado secretario de educación pública del departamento del Atlántico, en su informe rendido al gobernador del departamento y al ministro del ramo afirmaba: “ la dirección ha velado por mantener siempre vivos en el alma de los niños el culto a Dios y el amor a la patria como supremos ideales orientados en la vida”,[5]  Para él, un elemento importante de la educación consistían en respetar las bases y tradiciones colombianas siendo las más importantes: “catolicismo y patriotismo.”

Agustín Nieto Cabalero en su discurso pone de manifiesto la importancia que este le entrega a la iglesia y sus jerarcas al momento de formar maestros en la ceremonia de inauguración del curso de información de la facultad de educación, se expresaba de la siguiente manera: “excelentísimo señor arzobispo llevad vos también la certidumbre de que dejáis reunido aquí un grupo de hombres de buena voluntad, de recta intención, de sana actividad, que en nada podrán contrariar el espíritu cristiano imbuido de concordia, de paz y de amor[6]” queda claro que era necesario que los altos jerarcas de la iglesia dieran su aprobación a todo lo relacionado con la educación, la formación y la promoción de maestros del estado.

Eran muy importantes los miembros de la iglesia al interior de las instituciones, sobre todo aquellas de segunda enseñanza pues la mayoría de ellas contaba con un profesor-capellán nombrado para ponerse al frente de la enseñanza de la religión y los asuntos morales, en algunos departamentos como Cundinamarca los párrocos hacían las veces de inspectores municipales de educación y el clérigo tenia asiento en el Consejo administrativo de la instrucción pública.

 Por lo anterior podemos afirmar que no hubo un rompimiento total con la iglesia y su influencia en la educación, a pesar de las voces que así lo pedían.  Las celebraciones religiosas eran presididas en la mayoría de los casos por los propios obispos y arzobispos;[7] esto da cuenta no solo de la importancia de la iglesia en la educación pública sino también de lo importante que la educación resultaba para la iglesia, quien encontraba en ella un factor importante para la realización de su tarea evangélica.[8]

El partido conservador por su parte observaba con preocupación una supuesta presencia de elementos importados del “judaísmo internacional”[9] en la educción publica y que a juicio de ellos se ponía en riesgo la nacionalidad colombiana[10], algunos miembros de este partido se habían convertido en la caja de resonancia del fascismo en Colombia, con la excusa de la defensa de la fe cristiana y los elementos de nuestra nacionalidad; una nacionalidad entendida como hispánica desconociendo los elementos culturales que años después se  impondrían como representativos de la cultura colombiana.

Durante el periodo liberal fue el ministro Julio Carrizosa de origen conservador pero colaborador del gobierno del presidente Olaya Herrera quien mejor mostró en su discurso elementos propios de la moral cristiana, defensa de los “derechos de la iglesia”, se mostró también en favor de la intervención de esta en la educación y en general en la vida de los ciudadanos en general, en palabras de Beatriz Sarlo esta sería una modernidad tutelada por la presencia de los mayores.[11]

En su informe presentado al congreso en el año de 1933 Julio Carrizosa advertía sobre el poco provecho que el estado había hecho de la ayuda que la iglesia católica brindaba en asuntos educativos, pues consideraba que a esta se le imponían obstáculos al momento de ejercer sus derechos en la educación de los jóvenes. Presentaba el ministro Carrizosa en el mismo informe la necesidad de la existencia de cierta armonía entre la iglesia, la familia y el Estado; pues, estos tres sectores tenían algo en común: educar a los jóvenes.

Si todos buscaban el mismo fin no había razón para que existiera entre estos tres sectores ningún tipo de divergencia, antes por el contrario “… ¿Por qué no colocar, pues, como base de nuestra finalidad educativa el fin de la educación cristiana tan bellamente descrito por el romano pontífice en su carta encíclica sobre la educación de la juventud?”[12] Consideraba el ministro Carrizosa que los párrocos eran elementos de progreso, por tal motivo proponía también que los párrocos debían ser a la vez educadores e incluso sugirió que se incluyera en el pensum de los futuros sacerdotes, seminarios que les permitieran entender mejor la situación de la educación y sus dificultades.

De esta manera la iglesia se convertía en un importante aliado de la educación pública. El ministro Carrizosa estaba confiado de que los rectores de las escuelas respaldarían esta propuesta: “este doble fin es evidente que no puede estar en desacuerdo con la moral católica ni mucho menos con las prácticas de la sociedad cristiana”[13]

No obstante su férrea defensa de lo que consideraba “los derechos de la iglesia” en los asuntos referentes a la instrucción pública, mostraba en el mismo informe ser un hombre comprometido con las teorías científicas que en su época se encontraban en boga,  para el ministro Carrizosa establecer los graves problemas de la educación pública requería un trabajo…“eminentemente científico,  basados en estudios antropológicos y antropogeográficos que aún no han sido hechos entre nosotros a pesar de que ellos son la base del estudio de nuestro medio…”[14]  y más adelante afirma:  “al ramo instruccionista, como a todos nuestros problemas administrativos, hay que aplicar los principios de la organización científica del trabajo…”[15]

La aprensión del dogma cristiano por parte de las comunidades indígenas resultaba de mucha importancia para el gobierno liberal, quienes encontraban en la cristianización de los indígenas su entrada al mundo civilizado, esta debía convertirse muy a pesar de la inconformidad del ministro de educación Luis López de Meza en otra dependencia de la educación elemental: “ella se adelanta por tres rumbos aun mismo tiempo la catequesis o divulgación del dogma cristiano entre ellos, la escuela oficial para los niños suyos, y el orfanato en donde se da a estos una completa orientación hacia la vida civilizada”[16]

La inversión en la formación de los niños indígenas era cinco veces mayor que lo invertido en el resto de niños colombianos, eso nos indica la importancia que el gobierno liberal le entregaba a la divulgación del dogma cristiano y lo importante que para el gobierno de López Pumarejo resultaba la iglesia católica, muy a pesar de la postura aparentemente contraria del ministro López de Meza “ tal vez hemos sido ingenuos, injustos quizás: cuando lo desposeemos de su libertad y métodos de vida; cuando le imponemos deberes que no entiende, deseos que no puede satisfacer, ambiciones que no puede aprovechar…”[17] para lo cual el ministro proponía en su informe de 1935 que la iglesia se dedicara a la atención espiritual de los indígenas y que el estado se encargara de las funciones “ educativa, cívica y social.”

Una manera alternativa que proponía el ministro López de Meza para acercar a la civilidad a los sectores más apartados era llevando a esos lugares el cinematógrafo, la biblioteca y aparatos receptores de radiodifusión, etc. Esto debía ser una “función del estado”. No podemos esperar que el ministro se manifestara más directamente en contra la predicación cristiana financiada por el estado a las comunidades indígenas, pero si resaltamos el interés de este al presentar una alternativa modernizadora distinta a la tradicional.

Las acusaciones que en contra de los gobiernos liberales se hacían por parte de los órganos de opinión conservadores en cuanto al interés del gobierno por “descatolizar” el país a través de las escuelas, fue motivo de una fuerte respuesta por parte del ministro Darío Echandía en su informe enviado al congreso en 1936, este manifestaba el profundo respeto que sentía por las autoridades eclesiásticas y las buenas relaciones que existían entre el gobierno y los prelados católicos, resaltaba el ministro la manera como se atendían las observaciones que el episcopado realizaba al ministerio en relación con los programas de enseñanza.

En respuesta a dichas observaciones el ministerio de educación respondía al episcopado mostrándose como aliados en búsqueda de un mismo fin: “encuentra el gobierno que quienes en Colombia entienden de los negocios espirituales del pueblo deberían ser los mejores y más eficaces aliados[18]” consideraba el ministerio que los que buscaban un desentendimiento entre iglesia y gobierno lo hacían únicamente con un interés político, consideraba el ministerio de educación que “el gobierno cree que encontrará en la iglesia el más desinteresado de sus colaboradores”[19]

Pero sí se presentaron algunas refriegas entre párrocos y alcaldes por causa de la apertura o el funcionamiento de las escuelas públicas en algunos municipios. El ministro José Joaquín Castro denunciaba en su informe de 1938 como algunos sacerdotes promovían manifestaciones de rechazo por los programas y métodos promovidos por las escuelas públicas, al respecto el ministro señalaba: “es frecuente que algunos párrocos secunden y aun inicien el ataque o la resistencia a las medidas educacionistas del gobierno”.[20]

Esto se realizaba a través de noticias falsas y la propagación de temores entre la feligresía por parte de sacerdotes enemigos de las reformas liberales. “En algunos casos estos ataques llegaron a manifestarse en forma violenta: “en otros lugares se fundan escuelas destinadas a competir con las del gobierno y a disputarle el personal de niños, rodeándolas de prestigio confesional.”[21] Estas escuelas no prestaban los servicios que las escuelas del Estado pretendían suministrar a sus estudiantes, se constituían solo en la alternativa ofrecida por parte de los miembros radicales de la iglesia, obstaculizando el normal desarrollo de las escuelas públicas.

Sin embargo no sucedía igual en todas las poblaciones ni con todos los párrocos, en muchos casos párrocos y escuelas cooperaban para brindar a los niños la mejor instrucción académica y moral, al respecto el ministro advertía: “numerosos son los sacerdotes católicos que coadyuvan con el mejor entusiasmo en el mejoramiento escolar”[22] y es que eran muchos los sacerdotes que participaban en los distintos programas de construcciones escolares, restaurantes, granjas, talleres, y hasta en la vigilancia al comportamiento de los maestros y desde el pulpito apoyaban la tarea del gobierno en las cuestiones relacionadas con la educación.

 Estos ejemplos sirvieron al ministro para demostrar que no era interés del gobierno entrar en confrontación con la iglesia; por el contrario, eran comunidades religiosas masculinas y femeninas quienes atendían y administraban la instrucción del Estado en los territorios nacionales y zonas de difícil acceso, donde resultaba muy complicado nombrar maestros.

Para tal efecto el ministerio creó los llamados “territorios escolares nacionales” en ellos el Estado realizó convenios con las comunidades religiosas para que los superiores de ellas ejercieran como maestros e inspectores escolares, a estas misiones se les confiaba los fondos destinados a la instrucción pública, que en algunos casos los recursos destinados a la educación en estas regiones eran más altos por estudiante que en zonas más pobladas.

La importancia que para el gobierno liberal tenían estas misiones se puede notar en el informe que en 1939 envió el intendente de San Andrés y Providencia al ministro de educación:


 “la misión ha sido benéfica para las islas y para la república de Colombia… he palpado el adelanto de la instrucción pública; la difusión del español; el amor por la patria…puedo informar, sin que esto, implique falta de independencia ni debilidad alguna en mis convicciones políticas ni filosóficas, que la misión católica, en estos territorios, ha llenado su cometido con buena fe, con entusiasmo y con verdad”[23]

 

Se muestra aquí como al menos en el discurso oficial el ministro Alfonso Araujo no manifestó antipatía ni celo de la institución eclesial y al contrario como señaló Aníbal Ponce la iglesia se convirtió en una poderosa aliada.

Aunque hechos como la suspensión de la administración del colegio de San Bartolomé de propiedad del Estado pero bajo la tutoría de la comunidad jesuita, o la también suspensión del local del colegio Jesús María y José de Chiquinquirá que se encontraba bajo la dirección de los padres dominicos y la suspensión de la administración de la normal de varones de Bogotá a los hermanos cristianos; causaría no pocos problemas entre entre el gobierno liberal y la iglesia.

Aunque como hemos visto se presentaron algunas escaramuzas que pudieron llegar a fuertes enfrentamientos entre el gobierno liberal y la iglesia por los asuntos relacionados con la instrucción pública, queda más que claro que el discurso oficial del ministerio de educación siempre iba por la vía del consenso y de los acuerdos entre las partes, después de todo la educación era importante tanto para el gobierno como para la iglesia. Las autoridades educativas siempre se manifestaron en favor del máximo respeto por hecho religioso[24] o como diría Aline Helg los colegios siguieron siendo moderadamente católicos.

Para el ministro Germán Arciniegas las únicas edificaciones significativas dedicadas a escuelas eran las que las comunidades religiosas habían construido, hasta la llegada del liberalismo al gobierno cuando empezaron a construirse edificios destinados a la instrucción pública, con niveles similares de belleza: “puede decirse que hasta hace diez años las únicas grandes edificaciones escolares eran las que había acometido algunas comunidades religiosas como los hermanos cristianos y los jesuitas”[25]

De alguna manera el ministro está comparando la inversión en educación que realizo el régimen conservador con la inversión hecha por la iglesia católica, poniendo a esta última como más interesada en la formación de los colombianos, a la vez que calificaba los edificios destinados a escuelas por sus antecesores conservadores como de “aspecto lóbrego”

Los debates que se generaban en la prensa católica y conservadora generaban gran preocupación en el ministerio de educación, pues una de las tareas que estos más criticaban de los gobiernos liberales era la labor educacionista. Sin embargo el gobierno en cabeza del ministro Arciniegas trataba de apaciguar los ánimos


“algunas personas han considerado oportuno arrojar sospechas sobre la buena intención que ha tenido el gobierno al afirmar en una forma rotunda y categórica su invariable deseo de proceder en cordial armonía con sus autoridades eclesiásticas respetando el sentimiento religioso de la nación colombiana. Obrar así, es elemental en un gobierno que quiera a su pueblo sin desconocer su espíritu. Cuantas veces se ha presentado un problema pequeño o grande que pueda rozarse con la iglesia, el ministerio se ha dirigido a las autoridades eclesiásticas y ha encontrado en ellas la más comprensiva acogida. No ha habido el primer caso en que no se haya dado una solución equitativa y conveniente para mantener la tranquilidad y el reposo necesarios en lo que a la vida religiosa se requiere”[26]



La intención del ministro aquí sigue siendo conciliadora y nunca por parte de las autoridades educativas se muestra intención por generar enfrentamientos con la iglesia, al menos en el plano discursivo, sin embargo el gobierno liberal emitió decretos tendientes a reglamentar la educación privada, prestada mayoritariamente por comunidades religiosas y por ciudadanos extranjeros, situación que generó malestar entre algunos sectores de la iglesia y el partido conservador, sobre todo por las clausuras de los colegios alemanes de Bogotá, Cali y Barranquilla, dada la admiración que algunos influyentes militantes del conservatismo profesaban por el régimen fascista alemán. En 1943 solo fueron aprobadas el veinte por ciento de las solicitudes para la apertura de nuevos establecimientos educativos de carácter privado.

Era frecuente que entre las autoridades educativas se resaltara la belleza de la liturgia católica, a la vez que se comparara esta con las más elevadas experiencias artísticas del hemisferio occidental, ejemplo de lo anterior son las palabras que hemos extraído del informe presentado al congreso por parte del ministro de educación Antonio Rocha: “acaso no sobre recordar que parte muy considerable contento y entusiasmo con que acuden las gentes del pueblo a los oficios religiosos se debe al esplendor de la liturgia católica y a la fascinación que ejercen sobre todas las almas las formas del pensamiento y del sentimiento de los hombres superiormente dotados, cuáles fueron los personajes capitales de la iglesia”[27]

Antes que proponer una separación total con la iglesia el ministro reclama un poco más adelante en su mismo informe el “ambiente y sostén” necesarios para que los hombres a los que cataloga de “bien dotados” se dediquen a “las funciones superiores de hombre” de manera “despreocupada” entre esas funciones se encuentra la religión. Solicitaba también “disponer de recursos bastante copiosos como para darle sustento seguridad y campo de acción a los espíritus selectos”[28]

En la misma línea el ministro German Arciniegas se manifestaba partidario de mantener entre iglesia y gobierno una relación amigable, que permitiera la cooperación entre colegios públicos y privados, siempre buscó mantener relaciones de cooperación entre estos dos tipos de establecimientos educativos, hasta el punto que cualquier cambio propuesto por el ministro era antes consultado con el consejo de segunda enseñanza creado por él y del cual hacia parte el sacerdote jesuita Francisco Javier Mejía abierto contradictor de los métodos activos de enseñanza.

Hubiese resultado muy difícil para los gobiernos liberales tomar mucha distancia de la iglesia dado que el concordato seguía vigente, además “la posición oficial del partido desde hacía mucho enfatizaba en la necesidad de evitar a toda costa herir las susceptibilidades católicas de la población”[29]  Se presentaron algunas escaramuzas entre funcionarios estatales y eclesiales y entre militantes liberales y conservadores, por los asuntos relacionados con la educación, a lo que Gutiérrez Sanín llama “pequeña violencia.” Queda claro que el discurso oficial del ministerio de educación y el gobierno liberal siempre anduvo por la vía del acuerdo y la cooperación entre las partes, después de todo la educción siempre fue importante tanto para el gobierno como para la iglesia.

Muchos sacerdotes y obispos veían con preocupación los acontecimientos políticos que se dieron en España durante la república, donde la enseñanza de la fe quedó circunscrita a los templos exclusivamente y pensaban que esos hechos podían replicarse en Colombia. Sin embargo Según Salomón Kalmanovitz “la iglesia tendió a mantener una fuerte influencia en las sociedades latinoamericanas…lo anterior…imposibilitó un sistema educativo laico con cobertura universal”[30]. El respeto por la religión se experimentaba de forma extrema, hasta el punto que una simple falta de cortesía en mitad de una misa podía significar la expulsión temporal -o permanente dependiendo de la gravedad de la falta- de cualquier institución de enseñanza del Estado.

 

 

 



[1] Luis Beltrán Prieto Figueroa, El estado docente (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 2006) 5

[2] Aníbal Ponce, educación y lucha de clases  y otros escritos (Buenos  Aires: unipe 2015) 194

[3]Al respecto ver: José David Cortés Guerrero, “La regeneración revisitada”. Ciencia política Nº 11 2011

[4]Al respecto ver: Rafat Ghotme, “La identidad nacional, el sistema educativo y la historia en Colombia, 1910-1962”. Revista científica general José María Córdova  Vol. 11 Nº 11 2013

[5]“Educación pública en el Atlántico 1929- 1930 Informe a los señores gobernador del departamento y ministro de educación nacional” (Barranquilla 1930) Pág. 8 Archivo histórico del Atlántico.

[6]“Memoria del ministro de educación nacional al congreso de 1930” (Bogotá 1930) Pág. 16 biblioteca Luis Ángel Arango

[7] Francisco Gutiérrez Sanín, La destrucción de una república (Bogotá: Taurus 2017), 402

[8] “Memoria del ministro de educación nacional al congreso de 1930” (Bogotá 1930) Pág. 5 biblioteca Luis Ángel Arango

[9]El apoyo que la Unión Soviética entregó inicialmente al proyecto sionista justificó la propaganda conservadora de una supuesta alianza entre judíos y comunistas para destruir la iglesia católica.

[10] Francisco Gutiérrez Sanín, La destrucción de una república (Bogotá: Taurus 2017), 131

[11] Beatriz Sarlo, una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930 (Buenos Aires: Nueva visión 2003):72

[12]“Memoria del ministro de educación nacional al congreso de 1933” (Bogotá 1933) Pág. 8 biblioteca Luis Ángel Arango

[13]“Memoria del ministro de educación nacional al congreso de 1933” (Bogotá 1933) Pág. 27 biblioteca Luis Ángel Arango

[14]“Memoria del ministro de educación nacional al congreso de 1933” (Bogotá 1933) Pág. 5 biblioteca Luis Ángel Arango

[15]“Memoria del ministro de educación nacional al congreso de 193” (Bogotá 1933) Pág. 9 biblioteca Luis Ángel Arango

[16]“Gestión administrativa y perspectiva del ministerio de educación-1935” (Bogotá 1935) Pág. 54 biblioteca Luis Ángel Arango

[17]“Gestión administrativa y perspectiva del ministerio de educación-1935” (Bogotá 1935) Pág. 57 biblioteca Luis Ángel Arango

[18]“Memoria que el ministro de educación nacional presenta al congreso en sus sesiones de 1936” (Bogotá 1936) Pág. 96 biblioteca Luis Ángel Arango

[19]“Memoria que el ministro de educación nacional presenta al congreso en sus sesiones de 1936” (Bogotá 1936) Pág. 96 biblioteca Luis Ángel Arango

[20]“Educación nacional 1938” (Bogotá 1938) Pág. 7 biblioteca Luis Ángel Arango

[21]“Educación nacional 1938” (Bogotá 1938) Pág. 8 biblioteca Luis Ángel Arango

[22]“Educación nacional 1938” (Bogotá 1938) Pág. 9 biblioteca Luis Ángel Arango. 

[23]“Memoria de educación nacional 1939” (Bogotá 1944) Pág. 32 biblioteca Luis Ángel Arango. 

[24] Aníbal Ponce, Educación y lucha de clases y otros escritos (Buenos Aires: unipe 2015)  195

[25]“Memoria 1942” (Bogotá 1942) Pág. XXXI Biblioteca Luis Ángel Arango. 

[26]“Memoria 1942” (Bogotá 1942) Pág. LIII Biblioteca Luis Ángel Arango. 

[27]“extensión cultural en 1944” (Bogotá 1944) Pág. X biblioteca Luis Ángel Arango. 

[28] “la extensión cultural en 1944” (Bogotá 1944) Pág. XIV biblioteca Luis Ángel Arango. 

[29]Francisco Gutiérrez Sanín, La destrucción de una república (Bogotá: Taurus 2017), 578-579.

[30] Salomón Kalmanovitz, Nueva historia económica de Colombia (Bogotá: Taurus, 2017), 137. 

"LA DEGENERACIÓN DE LA RAZA” EN EL DISCURSO DE LAS AUTORIDADES EDUCATIVAS COLOMBIANAS. (1925-1945)



Toda Latinoamérica estuvo influenciada por la idea de que el mestizaje había causado graves perjuicios, había degenerado las razas, en el campo educativo esto se constituiría en un factor negativo al momento de alcanzar resultados con los alumnos, razón por la cual, algunas autoridades educativas se atribuyeron funciones redentoras de aquellos a los que consideraban inferiores, en México[1] por ejemplo ponían a los indígenas en contacto con extranjeros ya que se consideraban a estos como fuente del progreso.

En Argentina[2] la sociedad fue entendida como un cuerpo y sus problemas como enfermedades contagiosas, la elite argentina creyó encontrar el problema en el mestizaje y muchos propusieron como parte de la solución atraer inmigrantes europeos que ayudaran a la regeneración de la raza, a enfrentar el mestizaje y volver así a los orines europeos de la nación.

En Colombia se establecieron diferencias entre la “gente bien” blancos y mestizos y el “vulgo” compuesto por una población mayoritariamente de color  pertenecientes a los sectores más desfavorecidos económica y socialmente, quienes a su vez eran los principales usuarios de la educación pública;  eran también poseedores de tradiciones culturales indígenas y africanas; razón por la cual fueron objeto del permanente rechazo y estigmatización por parte de algunas autoridades educativas, quienes consideraron a estas como “razas degeneradas”. Con frecuencia llegó a sugerirse que la raza colombiana estaba llena de defectos genéticos y solo mejoraría con la inmigración de personas blancas provenientes de Europa[3].

Algunos ministros y secretarios de educación, rectores de colegios de segunda enseñanza y demás funcionarios de la educación en Colombia, dejaban ver claramente su afinidad por teorías como el darwinismo[4] que rápidamente los conduciría a determinismos étnicos y geográficos, y a las discusiones propias del periodo en estudio como lo fue “la degeneración de raza” que -según médicos y psiquiatras de la época- experimentaba Colombia y países similares.[5] 

Esta generación de médicos, psiquiatras y pedagogos estuvo fuertemente influenciada por el doctor Miguel Jiménez López, quien dirigió una serie de conferencias llevadas a cabo en el teatro municipal de Bogotá en 1928,[6] donde exponía sus ideas sobre la “degeneración de raza colombiana”. Para entender este periodo es de suma importancia tener claro el papel trascendental que desempeñaron estos en la cuestión educativa, dada la relación que existía entre salud, higiene y enseñanza-aprendizaje. No es de extrañar que muchas de las autoridades e ideólogos de la educación tuvieran formación de médicos, psicólogos y psiquiatras.

Sin embargo, otros intelectuales en países con una tradición indígena más fuerte, presentaron por la misma época una visión menos germanizada y más optimista frente al mestizaje, tal fue el caso de José Vasconcelos en México y su doctrina sobre la raza cósmica, expuesta en 1925, donde expresaba como la mezcla racial y cultural experimentada en América Latina daría origen a la conformación de esta nueva raza.[7] 

Luis Castro encargado de la sección de Higiene y cultura física del departamento de Cundinamarca en 1931se refería al tema en los siguientes términos: “la cultura física del niño decide el resultado de la vida del hombre ya que ella no solo define, desarrolla y perfecciona el organismo del individuo capacitándolo para las mayores victorias en todos los campos de la actividad humana, sino que conserva la salud y es la base del desarrollo moral e intelectual del educando.”[8] La educación física se implementa en los pensum de las escuelas primarias, secundarias y normalistas con el propósito de perfeccionar o corregir en la mayoría de los casos las deficiencias biológicas que el mestizaje había legado a los niños usuarios de la educación pública.

 Para el ministro Julio Carrizosa establecer los graves problemas de la educación pública requería un trabajo:

“eminentemente científico, basado en estudios antropológicos y antropogeográficos que aún no han sido hechos entre nosotros, a pesar de que ellos son la base del estudio de nuestro medio, del ideal social que debemos perseguir, y del desarrollo futuro de este ideal social…desde el principio nos encontramos por consiguiente, con la necesidad de crear un establecimiento donde se inicie este estudio de nuestra raza y de su adaptación al medio geográfico, para deducir conclusiones claras que orienten nuestros sistemas educativos ”[9]

 

Para muchos investigadores y hombres de ciencia de la época el problema de la nación era racial, el mestizaje violento en muchos casos, constituía para ellos el origen del problema, aunque el doctor Carrizosa en este apartado no se atreve a afirmar cual es el inconveniente si hace la invitación a realizar estudios que determinen cual podría ser la causa del problema y el tratamiento que debe dársele, ya que considera que el colombiano no se ha sabido adaptar al medio geográfico que habita, y esto según el ministro afecta la recepción de conocimientos de los niños y por ende genera inconvenientes en todo el sistema educativo.

De igual manera el ministro deja ver en su discurso sus prejuicios frente a los asuntos relacionados con la iniciación sexual de los jóvenes y envolviéndolo en un manto de cientificidad intenta encontrar en esa situación parte de la respuesta al supuesto problema racial de los beneficiarios de la educación pública: “hay regiones donde…las relaciones sexuales se inician desde la más temprana edad, contribuyendo así a la inferioridad intelectual de la edad madura. He aquí un problema para el futuro de nuestra raza que podría resolverse…acatando los sabios consejos de la iglesia al respecto.”[10]

Trata el ministro de presentar una posible respuesta a la situación que creían ellos afectaba no solo a los jóvenes sino a todos los futuros colombianos pues, los hijos de padres muy jóvenes se hallaban condenados a lo que denominó “inferioridad intelectual” pero llama poderosamente la atención –aunque no debe extrañarnos- la solución que entrega para este problema, solo se necesita acatar las órdenes de la iglesia respecto a las relaciones sexuales, sabemos que estas solo deben llevarse a cabo para la procreación una vez la pareja se encuentre unida en santo matrimonio.

Pero no eran estas las únicas preocupaciones del ministro y de las autoridades educativas de la época las enfermedades que atacaban a los niños y los alejaban de la escuela eran muy frecuentes y consideradas “causa de perturbación racial”, las enfermedades llegaban a afectar a porcentajes altísimos, que en algunos casos alcanzaban hasta el 90 % de los niños de una sola escuela, esta situación quiso ser remediada, para lo cual destinaron dineros para la contratación de médicos y dentistas que en todo caso no alcanzaban a hacer más de una visita al año a las escuelas más alejadas de las capitales, justamente donde las situación de enfermedad de los estudiantes era más grave.

A nivel del mar la proliferación de paracitos y enfermedades tropicales podían llegar a ser motivo de abandono definitivo de la escuela,  enfermedades como el chancro, la hepatitis, la tuberculosis, no eran tratadas de manera adecuada,[11] de igual manera el clima inestable en algunos meses del año y las altas temperaturas dificultaban el trabajo de los maestros, tampoco había un tratamiento adecuado de basuras y excretas y el consumo de proteínas y vitaminas promedio en Colombia era aún muy bajo.[12]

El doctor Miguel Arango rector del Colegio de Barranquilla quien se adhería al discurso sobre la “degeneración de la raza” que imperaba en la época, le añadía otros dos elementos los cuales eran el clima que acabamos de mencionar y los hábitos populares, responsables estos de los limitados logros alanzados, por tal motivo se justificaba que muchas de las reglamentaciones emitidas desde el ministerio fueran acatadas a medias o cambiadas al momento de darle aplicación al contexto local:

“Ahora bien, esos pasos son tanto más inciertos e inseguros cuanto que los factores básicos de dicha ciencia como los que dependen de nuestra raza, del clima, de los hábitos adquiridos desde la infancia, son variables y múltiples. Es natural por lo mismo que siempre haya algo que cambiar en las reglamentaciones a que someten establecimientos de educación como el Colegio de Barranquilla.[13]”   

 





Miguel Arango tal vez está pensando en alguna forma de determinismo geográfico y racial, era usual pensar que el antecedente africano e indígena presente en los sectores campesinos y obreros del país y quienes eran los principales beneficiarios de la educación pública, tenían cierta limitación para el aprendizaje de las ciencias y si a esto le sumamos el intenso calor de la cuenca del caribe, le hacía suponer a muchos de estos pensadores que para el caso de los jóvenes de esta región, era más útil infundir en ellos el amor por el trabajo enseñándoles artes y oficios que les permitieran ganarse la vida de manera digna.

Por lo tanto los modelos y métodos de enseñanza impuestos en Europa o los Estados Unidos no podían ni debían implantarse tal cual en nuestro país, pero llama la atención que los motivos por los cuales esos modelos extranjeros eran inviables no eran según el doctor Arango por falta de presupuesto sino por desventajas étnicas.

Esta discusión sobre la llamada “degeneración de la raza” que se hallaba alimentada por determinismos étnicos y geográficos y que son también propios del discurso moderno se manifestaba de igual manera en la subestimación que se tenía por las personas del campo, pues se les consideraba como personas de inteligencia inferior o de menos entendimiento,  o al menos es lo que alcanzamos a interpretar de la afirmación hecha por el ministro Luis López de Meza en su informe al congreso de 1935 donde se recomendaba a los campesinos “la colección de literatura universal al alcance de una inteligencia infantil” [14]. Era enviada y distribuida para dotar las bibliotecas aldeanas y para aquellos campesinos que hubieran superado el analfabetismo. A estas personas el ministro Luis López de Meza les aconsejaba incluso la forma como debían organizar sus casas o como vestirse, estos consejos se pretendían popularizar a través del ropero escolar.

Una forma de mejorar la raza era para estos hombres la práctica del deporte, por ello eran fomentados sobre todo entre las comunidades campesinas: “el aldeano deberá disciplinarse en los deportes…entendiendo que ello no es cosa de poca importancia, sino medio prodigioso de mejoramiento racial.”[15] Un mal heredado de los antepasados indígenas y africanos podría ser superado en parte con el ejercicio físico en esto casi todas las autoridades educativas estuvieron mal que bien de acuerdo.

Las altas temperaturas propias del nivel del mar no eran para las autoridades educativas de la época en estudio el único de los pisos térmicos que generaban dificultades y desventajas al proceso de aprendizaje y el desarrollo de la raza, los climas medios eran también para el ministro López de Meza un elemento de “grave deterioro de la vitalidad de nuestra raza” para el ministro estos eran elementos de inferioridad que como pueblo debíamos de superar, y aunque consideraba posible hacerlo no parecía que lo concibiera como una tarea fácil. [16]

Otro funcionario que a través de sus informes participa de esta discusión sobre la “degeneración de la raza” fue el  director de educación pública del departamento del Atlántico Javier Arango Ferrer este encuentra en los pueblos de la costa una dificultad: la “lenta formación”,  atribuida a lo que él denomina “aspectos biológicos fundamentales, que se encuentran presentes en la geografía humana del hombre costeño”, una vez más encuentran en el aspecto de conformación puramente étnica y cultural las dificultades que los educandos manifestaban a la hora del aprendizaje de las ciencias, que era para ellos un aspecto determinante en la formación de personas de bien.

Atrás quedaban una vez más las situaciones de pobreza, mala alimentación, enfermedades y la necesidad de que los jóvenes aportaran con su trabajo a la economía familiar, las razones de dificultad al momento de adquirir todos los conocimientos que desde la escuela estaban siendo impartidos por los maestros. Por otro lado compara a lo que él considera los tres grandes enemigos del hombre (mugre, ignorancia y miseria) con el demonio y la carne, en el sentido de que ambos alejan al hombre de la perfección metafísica. Javier Arango Ferrer participa con su discurso como partidario de la discusión sobre la “degeneración de la raza” y enriquecido con conceptos propios de la moral cristiana.

“…desgraciadamente los pueblos de la costa atlántica, son pueblos en lenta formación. Las estadísticas dan perfiles de mal presagio en diversos aspectos biológicos fundamentales en el mapa geográfico-humano, que una nueva estructuración colombianista barruta ya entre otras inquietudes, se ve seriamente amenazado. La ignorancia, la mugre y la miseria, tiene tanto valor como en el mundo el demonio y la carne, los tres grandes enemigos del hombre en el camino de la perfección metafísica, que contemplaron los míticos.[17]

 

Darío Echandía en su informe de 1936 no se aparta de esta discusión y le atribuye a una inferioridad étnica y física la incapacidad del estado en la aplicación de métodos eficaces que permitan a los niños mantenerse en la escuela “se sabe, pero habrá que repetirlo…el niño colombiano llega a edad escolar… en la más lamentable de las miserias fisiológicas. El mestizaje…los rigores del medio físico… hacen de él un ser atemorizado, y débil, vacilante entre un limbo de idiotez y un purgatorio de miserias físicas”.[18] Consideraba también que la raza colombiana presentaba “deficiencias biológicas”.[19] Aunque también debemos advertir que el concepto raza era utilizado usualmente para referirse a “la gente” o “al pueblo”.

Las discusiones sobre la “degeneración de la raza” son menos intensas por parte de los ministros de educación a partir de 1938, sin embargo, aún se tenía la creencia de que algunos vicios como el alcoholismo o el tabaquismo eran heredados por los niños y jóvenes por parte de sus padres, razón por la cual el ministro José Joaquín Castro en su informe al congreso de 1938, proponía programas tendientes a superar esos peligros a los que los jóvenes estaban expuestos, era necesario entonces “robustecer la raza colombiana”[20] a través de la práctica de la gimnasia y el deporte en las escuelas, con estas se buscaba aumentar el desarrollo físico de los estudiantes de las escuelas públicas, pues, se consideraba que la mayoría de estos presentaban un desarrollo físico insuficiente a razón del mestizaje.

La educación física fue instituida en todo el país como obligatoria en las escuelas primarias, secundarias y normalistas; a partir de las recomendaciones orientadas por la misión chilena que visitó Colombia hasta 1938.

El inicio de la segunda guerra mundial y la posterior alineación de Colombia del lado de los Estados Unidos, pudieron haber provocado el cambio de discurso por parte de los ministros de educación y las autoridades educativas en relación a la llamada “degeneración de la raza”. Colombia declaró “beligerancia” al gobierno alemán y mantuvo en vigilancia muy cercana a los ciudadanos alemanes y japoneses residentes en Colombia, a la vez que tomó medidas contra las empresas de ciudadanos de esos países.

En el informe presentado al congreso por ministro Alfonso Araujo hemos podido observar un mayor distanciamiento de la idea de justificar los bajos resultados de los niños en las escuelas públicas en una supuesta debilidad de la raza colombiana, más bien adjudica tal situación a problemas de otra índole, como por ejemplo, en la poca preparación de los maestros,  lo insuficiente de los recursos destinados a la educación por parte de los departamentos y municipios, la mala alimentación de los niños que asistían a las escuelas,  las largas distancias que estos tenían que recorrer diariamente y las faenas de los niños en  tiempos de cosecha en los sembrados familiares.

El ministro Jorge Eliecer Gaitán parece retomar el discurso sobre la “degeneración de la raza” pero en sentido contrario, se manifiesta opuesto a esas afirmaciones cuando señala “y parece que no entraría dentro de lo aventurado afirmar que hay una raza, un núcleo colectivo con potenciales recursos humanos, que sobre pasa en mucho a sus injustos detractores”.[21] Igualmente critica las informaciones que de nuestro país y de su gente se le suministraba a los extranjeros, califica estos datos como factores que van “desfigurando nuestra personalidad.”[22] Consideraba también necesario “romper” con todo aquello que había generado en los colombianos un “injusto complejo de inferioridad.” Le atribuye a la dirigencia política del país el hecho de que su gente no haya alcanzado un grado aceptable de desarrollo físico, cultural y económico; y descarta una supuesta indisposición biológica que tanto pregonaban las autoridades educativas desde el principio de esta investigación.

Y para comenzar a dar respuesta a esta situación el ministro orientó las Colonias escolares a este fin, a estos espacios acudían los niños de las escuelas públicas en su periodo de vacaciones, en donde se les enseñaban hábitos y formas de vida saludable, se les suministraba una alimentación adecuada y se realizaban actividades físicas como la gimnasia y la práctica de deportes. En este informe el ministro Gaitán evita referirse a deficiencias étnicas o biológicas como lo hicieron los anteriores ministros algunos más explícitamente que otros, sino que las deficiencias y debilidades de los niños eran atribuidas a la pobreza de la población obrera y campesina y a su poca instrucción en aspectos relacionados con la higiene. Estos esfuerzos buscaban otro objetivo de manera indirecta y era que el niño una vez retornado al seno de su hogar se convirtiera en multiplicador de lo aprendido y de esta manera evitar muchas enfermedades.

El ministro Guillermo Nannetti comparte junto con Gaitán su postura contra la llamada “degeneración de la raza”, este descalifica esta postura y a sus partidarios cuando en su informe de 1941 señalaba “frente a las teorías racistas que se fundan en una jactanciosa y vana hipótesis sobre la preponderancia de la herencia respecto a la educación y de presuntas virtudes étnicas, monopolio exclusivo de las razas privilegiadas, debemos afirmar nuestra doctrina igualitaria abriendo anchamente las puertas de la escuela…”[23]Nannetti no comparte la idea de que el bajo desempeño de los estudiantes de las escuelas públicas se deba a su condición racial como manifestaron muchas de las autoridades educativas que aquí hemos señalado, más bien era atribuido en este informe al bajo presupuesto destinado a la instrucción pública.

De una manera sutil Germán Arciniegas interviene en esta discusión alineándose del lado de los contradictores de esta postura, se muestra en desacuerdo con ella cuando afirma: “tengo la certeza de que el hombre colombiano es un individuo capaz de progresar técnicamente hasta el extremo de poder competir con cualquier otro hombre del mundo que se llama civilizado”[24] y más adelante se refiere a los partidarios de este dogma como “ profesionales del derrotismo” en abierta alusión a aquellos defensores de las teorías de minusvalorar al pueblo a los colombiano.

En su informe de 1942 el ministro Arciniegas presenta una división entre el bachillerato elemental y el bachillerato superior con el propósito de “descargar de los dos últimos años de la segunda enseñanza a un personal que no está capacitado para entrar en la universidad…”[25] llama poderosamente la atención que ya no se relacionan las incapacidades académicas con el mestizaje, los “malos climas” o con factores culturales que fueron catalogados de poco civilizados, por los ministros de educación a comienzo de este estudio y que se constituían en la causa principal de los pocos resultados que alcanzaban los niños en las escuelas.

Por otra parte por primera vez un ministro de educación propone “vincular más íntimamente a la mujer a los organismos directivos de la educación”[26] los cargos más importantes por ellas ocupados habían sido hasta el momento los de rectoras de colegios de segunda enseñanza y escuelas normales femeninas, en la mayoría de estos casos religiosas y ciudadanas extranjeras. El ministro Arciniegas consideraba que en el futuro las mujeres ocuparían los más importantes cargos en el ramo de la educación.

Un año más tarde en un informe presentado al congreso de la república, el ministro de educación Rafael Parga Cortés, parece se apartara de la discusión sobre la “degeneración de la raza” al respecto consideraba que los estudiantes “por falta de nutrición adecuada y suficiente no están físicamente capacitados para el trabajo mental que impone el estudio.”[27] Aquí notamos que el ministro toma mayor distancia de las autoridades educativas con las que iniciamos este análisis y que atribuían esta incapacidad a problemas heredados de las insuficiencias étnicas o raciales.

Sorprende el cambio que se puede observar en el informe de 1944 presentado al congreso por el ministro Antonio Rocha, quien no solo se aparta de manera categórica de considerar deficiencias en el mestizaje sino que expone un optimismo muy grande cuando señala: “en el fondo hay un anhelo sincerísimo y apasionado de que real y verdaderamente el pueblo posea un órgano de expresión de sus necesidades de cultura, que dirija, dé cuerpo, y armonice los múltiples esfuerzos y la cuantiosa actividad espiritual que brota, casi espontánea y silvestre, de la inteligencia del colombiano, por naturaleza bien dotado para actividad del espíritu”.[28]

Más adelante desmentía muchas de las afirmaciones defendidas por los partidarios de esta teoría, cuando de manera enfática afirmaba: “no es verdad que las gentes aspiren a vivir dentro de las ordenes rebajados de la vida, que lindan con las zonas de la estupidez o de la brutalidad”[29], pues, era frecuente afirmar que los campesinos y obreros vivían conformes en lugares sucios y alejados de la civilidad y la cultura, incapaces de apreciar la belleza y la exquisitez: “si en Colombia se muestra…alguna cultura…ello se debe tan solo a la natural inteligencia que el destino le deparó al pueblo colombiano desde tiempo remoto…”[30]  el ministro consideraba que la razón por la cual no se había desarrollado en Colombia las artes y las ciencias era por falta de estímulos por parte del estado, pues para Rocha “el diario vivir no puede sostenerse sin recursos constantes, de manera que sin ellos resulta agobiadora, precaria, y azarosa la especulación espiritual y científica.”[31]

No obstante todos los ministros incluso los que se manifestaron en contra de esta teoría, seguían considerando los climas cálidos y medios como malsanos y causantes de muchas enfermedades. Hemos podido observar al menos dos posturas contrarias respecto al problema de la “degeneración de la raza,” una primera postura que encuentra en el mestizaje y la cultura popular los principales problemas y talanqueras para el proceso de aprendizaje de los usuarios de la educación pública; una segunda postura propone cambios no solo en los métodos sino también en la didáctica de las escuelas pues, considera que ahí se halla el problema de los bajos resultados de los estudiantes. A la primera corriente Aníbal Ponce los denominó doctrinaria, mientras que a la segunda la llamó metodológica[32].



la imposibilidad de las autoridades educativas y métodos de enseñanza, puestos en práctica durante la época en estudio por mantener a los niños en las escuelas y las epidemias causadas por la insalubridad, el mal tratamiento de las basuras, la ingesta de agua sin tratar, una alimentación inadecuada y la utilización de mano de obra infantil en minas, plantaciones y el servicio doméstico;  era presentada en los primeros informes por los partidarios de esta teoría como debilidades étnicas o biológicas de los niños usuarios de la educación pública, hasta el punto de llegar a hacer afirmaciones temerarias frente al coeficiente intelectual de los campesinos colombianos.

Entre las medidas tomadas por el Estado para superar en los niños los problemas derivaos de la debilidad heredada del mestizaje se encontraba exigir a los padres al momento de la matricula el certificado de vacunación

Las teorías según la cual el mestizaje en Colombia y países similares era una limitante para el desarrollo físico e intelectual de su gente, fueron asumidas por igual tanto por liberales como por conservadores, Francisco Gutiérrez Sanín afirma, que muchos liberales estaban convencidos de que a razón del mestizaje el potencial democrático de los de abajo era limitado.[33] De igual manera en sus conferencias raciales de 1928 Laureano Gómez[34] incluyó dentro del objeto de sus denuncias no solo a Negros e indios sino también a españoles.[35]

 A partir de 1938 las autoridades educativas paulatinamente van abandonando este discurso y le van atribuyendo a causas económicas y de poca educación los problemas antes mencionados. No podemos afirmar que el discurso sobre la “degeneración de la raza” haya sido abandonado por completo en todos los círculos académicos, lo que si podemos afirmar es que estas discusiones desaparecieron del discurso oficial de los gobiernos liberales a partir de esta fecha, hasta el punto que el ministro Arciniegas en su informe de 1946 no toca este tema en absoluto.

 



[1] Martha Lorenza López Mestas C y Samuel Octavio Ojeda Gastélum, “La instrucción pública en los poblados indígenas del norte de Colima a fines del porfiriato”, Clío Vol.5 N° 34 (2005): 45

[2] Lucía Lionetti, “Discursos, representaciones y prácticas educativas sobre el cuerpo de los escolares. Argentina en las primeras décadas del siglo XX”, Cuadernos de Historia N° 34 (2011): 33

[3] Jorge Orlando Melo, Historia mínima de Colombia (México D.F: colegio de México, Turner, 2017) 192.

[4] Julián de Zubiría Samper, los modelos pedagógicos hacía una pedagogía dialogante (Bogotá: editorial magisterio, 2006) 107.

[5]Oscar Saldarriaga y Javier Sáenz, “la escuela activa en Bogotá en la primera mitad del siglo XX: ¿un ideal pastoril para el mundo urbano?”, en Historia de la educación en Bogotá tomo II, segunda edición. Nancy Martínez Álvarez (Bogotá: serie investigación IDEP, 1999), 73.

[6] Oscar Saldarriaga y Javier Sáenz, “la escuela activa en Bogotá en la primera mitad del siglo XX: ¿un ideal pastoril para el mundo urbano?”, en Historia de la educación en Bogotá tomo II, segunda edición. Nancy Martínez Álvarez (Bogotá: serie investigación IDEP, 1999), 74.

[7] Al respecto ver: Javier Ocampo López, “José Vasconcelos y la educación mexicana”, Revista Historia de la educación Latino Americana Vol. 7

[8] “Informe del director de educación al señor gobernador del departamento” (Cundinamarca 1931), biblioteca Luis Ángel Arango,  Bogotá-Colombia pág. 41

[9] “Memoria del ministro de educación nacional al congreso de 1933” (Bogotá 1933), pág. 5, biblioteca Luis Ángel Arango. 

[10] “Memoria del ministro de educación nacional al congreso de 1933” (Bogotá 1933), pág. 23, biblioteca Luis Ángel Arango. 

[11] Salomón Kalmanovitz, Nueva historia económica de Colombia (Bogotá: Taurus historia, 2017) 255.

[12] Salomón Kalmanovitz, Nueva historia económica de Colombia (Bogotá: Taurus historia, 2017) 256.

[13] “informe al señor gobernador del Atlántico” (Barranquilla Febrero 1934) Pág. 17, Archivo Histórico del Atlántico (AHA)

[14] “Gestión administrativa y perspectiva del ministerio de educación 1935” (Bogotá 1935), Pág. 22, Biblioteca Luis Ángel Arango

[15] “Gestión administrativa y perspectiva del ministerio de educación 1935” (Bogotá 1935), Pág. 65, Biblioteca Luis Ángel Arango

[16] “Gestión administrativa y perspectiva del ministerio de educación” (Bogotá 1935), Pág. 92, Biblioteca Luis Ángel Arango

[17] “Informe de director de educación pública al gobernador del atlántico” (Barranquilla 1935) Pág. I, Archivo Histórico del Atlántico (AHA)

[18] “Memoria que el ministro de educación nacional presenta al congreso en sus sesiones de 1936” (Bogotá 1936), Pág. 27, Biblioteca Luis Ángel Arango

[19] “Memoria que el ministro de educación nacional presenta al congreso en sus sesiones de 1936” (Bogotá 1936), Pág. 74, Biblioteca Luis Ángel Arango

[20]“Educación nacional, informe al congreso 1938” (Bogotá 1938) pág. 33, Biblioteca Luis Ángel Arango         

[21] “la obra educativa del gobierno en 1940” (Bogotá 1940) pág. XII, Biblioteca Luis Ángel Arango                               

[22] “la obra educativa del gobierno en 1940” (Bogotá 1940) pág. XIII, Biblioteca Luis Ángel Arango

[23]“Memoria presentada al congreso de 1941 por el ministro de educación” (Bogotá 1941) pág. 5, Biblioteca Luis Ángel Arango                                                 

[24]“Memoria 1942” (Bogotá 1942) pág. XXI, Biblioteca Luis Ángel Arango            

[25] “Memoria 1942” (Bogotá 1942) pág. XXX, Biblioteca Luis Ángel Arango

[26]   Memoria 1942” (Bogotá 1942) pág. XXXVIII, Biblioteca Luis Ángel

[27] (Bogotá 1943) Pág. 21

[28] La extensión cultural en 1944 (Bogotá 1944) Pág. VI Biblioteca Luis Ángel Arango

[29] La extensión cultural en 1944 (Bogotá 1944) Pág. X Biblioteca Luis Ángel Arango

[30] La extensión cultural en 1944 (Bogotá 1944) Pág. XI Biblioteca Luis Ángel Arango

[31] La extensión cultural en 1944 (Bogotá 1944) Pág. XII Biblioteca Luis Ángel Arango

[32] Aníbal Ponce, Educación y Lucha de clases.  (Buenos Aires   ) 209

[33] Francisco Gutiérrez Sanín, La destrucción de una república (Bogotá: Taurus, 2017), 486

[34] Doris Lilia Torres Cruz y Tulio Alfonso Ramírez, “El uso de la lectura y escritura como estrategia para enseñar la higiene en la escuela colombiana de los albores del siglo XX”, Revista Historia de la educación latino americana Vol. 15 (2010): 280

[35] Francisco Gutiérrez Sanín, La destrucción de una república (Bogotá: Taurus, 2017), 497