A continuación, se presentará un choque de
ideas que se llevó a cabo durante el tiempo en el que nuestros protagonistas estuvieron
al frente del ministerio de educación. Julio Carrizosa Valenzuela y Germán
Arciniegas Angueyra; el primero era una matemático e ingeniero, conservador-moderado,
fue rector del gimnasio moderno entre 1933 y 1934, rector de la universidad
nacional entre 1942 y 1944 y más tarde entre 1950 y 1954; también estuvo
vinculado a las facultades de arquitectura e ingeniería de las universidades
Santo Tomas y Javeriana fue ministro de educación nacional entre Julio de 1931
y septiembre de 1933. El segundo era un liberal de izquierda, jurista e
historiador, desempeñó la tarea docente en la Universidades Libre, donde fue
profesor de sociología y la Universidad de los Andes, donde fue decano de la facultad
de filosofía y letras; fundador del Colegio Mayor de Cundinamarca y del Colegio
Mayor de Antioquia; fue ministro de educación en dos oportunidades entre los
años 1941 y 1942 y luego entre 1945 y 1946.
Los puntos de controversia entre estos dos
ministros de educación nacional, sus opiniones y posturas se encontraron
determinadas por su origen ideológico sin que esto los alejara de la intención
de trabajar en favor de la modernización de la educación en Colombia. Tenían
ideas distintas de la manera como debía llevarse a cabo dicha tarea
modernizadora, tenían posiciones distintas en relación al tipo de educación que
debía ejecutarse en nuestro país, tenían posiciones distintas en relación a la
inversión que se debía hacer. Pero también presentaron algunos puntos de coincidencia
a pesar de sus diferencias.
En reunión realizada en Bogotá a la cual
fueron convocados todos los directores de educación pública departamentales en
1932, el ministro Julio Carrizosa les formuló un cuestionario con el que
buscaba respaldo para direccionar el trabajo durante su gestión en el ministerio.
En dicha encuesta se preguntó por la necesidad de nacionalizar la instrucción
primaria, la idea era que las políticas educativas se direccionaran desde el
ministerio sin el perjuicio que podía generar el hecho de que cada departamento
aplicara dichas disposiciones de acuerdo al interés de los secretarios
departamentales o de los presupuestos que cada departamento destinaba a la
instrucción pública.
También preguntaba el ministro a los
directores de educación por la posibilidad de que el gobierno nacional
destinara mayor presupuesto a la instrucción primaria, desatendiendo las
obligaciones que el gobierno había asumido con la educación secundaria,
normalista y superior universitaria; y eliminando becas y subsidios con los que
el ministro Carrizosa se encontraba en total desacuerdo.
Otro de los interrogantes que destacamos se
relaciona con el número de las normales existentes, pues se quería saber si los
secretarios eran de la opinión de mantener el número de escuelas normales o
aumentarlas, so pena de atenderlas de manera parcial o desatenderlas totalmente
por parte de gobierno nacional a razón de la falta de presupuesto.
El ministro Carrizosa no era muy
partidario de invertir dineros del presupuesto destinado a la educación, a la educación
secundaria o universitaria, el consideraba injustificable que siendo un país
con tazas tan altas de analfabetismo, se invirtiera dineros en la formación
secundaria y universitaria de algunos pocos, pues para él era prioridad
entregar instrucción primaria a la mayor cantidad de niños y jóvenes y de esa
manera bajar el nuero de analfabetos en el país: “y me reservo para ante la
comisión de presupuesto de cada cámara hacer ciertas consideraciones tendientes
a alcanzar en la apropiación del respectivo presupuesto, las partidas
necesarias para el adelanto y desarrollo de la instrucción pública en ciertos
renglones especiales, tales como el de la instrucción primaria”[1]
El ministro Carrizosa denunciaba que a
pesar del bajo del presupuesto destinado a la educación al menos la mitad se
desviaba al pago de “bandas de música empleados y electores de los concejales…se
invierte en pagar arriendo de esos tugurios donde se consume la salud del
niño…creando becas para los hijos de los gamonales, estableciendo colegios de
segunda enseñanza con el ánimo de pensionar en ellos a personajes que hacen de
profesores, y pagando el arriendo consiguiente por un mal local”[2]
Se manifestaba el ministro en contra de la
construcción de edificios lujosos para destinarlos a la educación primaria,
llamándolos “remedos de palacio” se presentaba en contra de las becas a
estudiantes que iniciaban estudios de segunda enseñanza, era contrario a
invertir en la construcción de escuelas de segunda enseñanza, porque afirmaba que
hacían pasar por profesores a “personas influyentes” y “gamonales”.
Denunciaba el ministro algunos casos en
los cuales no obstante existir en el municipio un colegio del estado destinado
a la enseñanza secundaria, los hijos de personas prestantes estudiaban becados
en instituciones privadas en las capitales de departamento. Pareciera que uno
de los interés del ministro Carrizosa era disminuir el gasto en educación, pues
no solo ponía en duda la idoneidad de muchos maestros de segunda enseñanza a
los que llamaba “corifeos” sino que consideraba que la inversión en escuelas
secundarias estaba siendo muy alta, pues para él “la escuela de guadua que
construyen los vecinos puede ser un local adecuado…con lo cual se conseguirá no
solamente un mejor aspecto estético, sino una mejor economía”[3]
Continúa el ministro en su informe de 1933
manifestando opiniones negativas sobre la escuela secundaria: “en efecto la
instrucción secundaria es el cauce más amplio para la fuga de los dineros que
se destinan a la enseñanza primaria”,[4] el
ministro consideraba que en cada departamento debía haber un colegio de segunda
enseñanza financiado por el estado y criticaba fuertemente a las autoridades
educativas departamentales que exigían al gobierno nacional más de un colegio
por departamento, afirmaba que existían colegios sin alumnos suficientes, y se manifestaba
en desacuerdo con que muchas escuelas de secundaria funcionaran en edificios
que habían sido construidos para el funcionamiento de escuelas primarias, el
ministro se mostraba convencido de que mientras las cifras de analfabetismo
fuesen tan altas el estado nacional debía invertir todas su fuerza y
presupuesto a la instrucción primaria y dejar la educación secundaria a las
escuelas privadas, la mayoría de ellas de propiedad de ciudadanos extranjeros y
comunidades religiosas: “Antes que todo establezcamos el funcionamiento de la
instrucción primaria…para después pensar en la enseñanza secundaria oficial”[5]
Para solucionar estos problemas el
ministro Carrizosa proponía la nacionalización de la escuela primaria, para lo
cual el estado debería encargarse de la construcción de escuelas y pago de
maestros, obligaciones hasta entonces de municipios y departamentos. Pero
consiente que el gobierno nacional no contaba con recursos suficientes,
proponía que los departamentos giraran a nación los recursos que estos
destinarían a la educación pública para que esta la administrara.
Igual que el ministro Carrizosa, German
Arciniegas estuvo diez años después al frente de una reunión de directores de
educación pública que había sido convocada por su antecesor el ministro Juan
Lozano, pero las conclusiones de estas dos reuniones serían muy distintas.
Podríamos
afirmar que en respuesta a la pretendida nacionalización de la escuela primaria
por parte de Julio Carrizosa en 1932 Arciniegas consideraba que “es
prácticamente imposible para un ministro atender con acierto, desde Bogotá, a
problemas de todo orden que se presentan lo mismo en Nariño, en el Magdalena,
en el Chocó, en Antioquia o en el Cauca, y sobre los cuales quienes tienen un
conocimiento inmediato son los directores de educación”[6]
considera la sola posibilidad de la nacionalización de la educación como
actitud “soberbia” dada la dificultad que significaría atender desde Bogotá los
problemas de la educación en las distintas regiones del país.
Por otro lado el ministro Arciniegas no
manifestaba una opinión tan desfavorable de la enseñanza secundaria oficial,
por el contrario planteó la necesidad de crear una mayor inspección a las
escuelas privadas de bachillerato, pues consideraba que muchas de esas escuelas
no obstante contar con aprobación oficial, graduaban bachilleres con una
preparación insuficiente, debido según el ministro al poco control que existía
por parte del estado sobre esas escuelas calificándolas como “empresas
lucrativas”.
El ministro Arciniegas entendía como de la
mayor importancia que el estado nacional invirtiera en la educación secundaria,
pues afirmaba que “para la clase media y para las clases económicamente
inferiores es prácticamente imposible pagar la educación a los precios que
deben fijar las instituciones privadas”[7] para
el ministro Arciniegas contrario a lo planteado por el ministro Carrizosa el
estado estaba obligado a invertir y ofrecer a los más pobres educación
secundaria oficial.
En el informe que German Arciniegas envió
al congreso en 1946 se manifestó en contra de que las escuelas públicas se
construyeran de guadua como sugería el ministro Carrizosa “La transformación ha
sido fundamental. Hoy millares de niños aprenden en la escuela, que ha dejado
de ser una choza, como se vive en niveles más altos de comodidades.”[8] El
ministro creía que si se abandonaba la enseñanza secundaria esta educación
sería exclusiva de las familias de medianos y altos ingresos, de manera que
para aspirar a que los hijos de campesinos y obreros pobres recibieran esta
formación, era necesaria la nacionalización de las escuelas de secundaria en
todo el país, tal y como lo iba llevando a cabo hasta ese momento el gobierno
liberal. El ministro Arciniegas se manifestaba en desacuerdo con aquellos que como
el ex ministro Carrizosa creían que para impulsar la instrucción primaria había
que presentar críticas a los promotores de la educación secundaria y
universitaria.
En respuesta a Julio Carrizosa el ministro
Arciniegas decía: “el problema de la escuela primaria es difícil de resolver,
porque no hay maestros.” Descalificaba el argumento de sus detractores
catalogándolos de demagógicos pues para él “los maestros no pueden formarse en
las normales si profesores que hayan hecho estudios más altos no orientan en
forma científica” en otras palabras para Gemían Arciniegas los formadores de
maestros debían ser personas con título universitario y estos títulos solo
podía entregarlos instituciones del estado nacional. Algo que tal vez el
ministro Carrizosa no tuvo en cuenta al momento de manifestarse en favor de
privilegiar la inversión en la escuela primaria.
El argumento de Arciniegas nos permite
pensar que tampoco se encontraba de acuerdo con la propuesta hecha por Julio
Carrizosa consistente en convertir a los párrocos en educadores para las
escuelas públicas. De esta manera “solo aseguraría a los de abajo una
preparación mal dirigida, sin las seguridades que ofrece el estudio científico”[9] Siempre
realizó sus críticas sin hacer alusión directa al exministro.
Una vez más sin hacer mención del
exministro Julio Carrizosa, Germán Arciniegas refuta el argumento de este según
el cual los estudios secundarios y universitarios deben dejarse exclusivamente
a la iniciativa privada, para el ministro, esta afirmación “va contra el
espíritu democrático de Colombia” aunque a su vez se muestra elogioso con las comunidades
religiosas y por aquellos particulares que se han preocupado por levantar
“casas de alta cultura”, considera igualmente “incomprensible que el estado no
hiciera cuanto menos el mismo esfuerzo en el campo de la educación pública.”
Pues para el “somos una nación de gentes pobres” y cuando estas no tienen
formas de acceder a la educación entonces el estado es el encargado de
suministrarla, pues considera que, de los grupos y de las cases más pobres “surgen
sabios.”[10]
Pero en algo parecían estar de acuerdo
Carrizosa y Arciniegas y era en la necesidad de poner límites a las becas y
otros auxilios a estudiantes en instituciones privadas dentro y fuera del país.
Ambos juzgaban indispensable que el presupuesto destinado a la educación
pública quedara en manos de las escuelas públicas y no se desviara a
instituciones privadas, cosa que sucedía con mucha frecuencia. La diferencia
entre ellos radicaba en que mientras Carrizosa pensaba que los dineros debían
destinarse a la educación primaria principalmente, Arciniegas planteaba que
recursos importantes debían dirigirse a lo que el denominaba “centros de alta
cultura”.
[1] “Memoria del ministro de educación nacional al congreso de 1932”
(Bogotá 1932) pág. 179
biblioteca Luis Ángel Arango
[2]“Memoria del ministro de educación nacional al congreso de 1933”
(Bogotá 1933) Pág. 17
biblioteca Luis Ángel Arango
[3]“Memoria del ministro de educación nacional al congreso de 1933”
(Bogotá 1933) Pág. 18
biblioteca Luis Ángel Arango
[4]“Memoria del ministro de educación nacional al congreso de 1933”
(Bogotá 1933) Pág. 19
biblioteca Luis Ángel Arango
[5]“Memoria del ministro de educación nacional al congreso de 1933”
(Bogotá 1933) Pág. 20 biblioteca
Luis Ángel Arango
[6]“Memoria 1942” (Bogotá 1942) Pág. X Biblioteca Luis Ángel Arango.
[7]“Memoria 1942” (Bogotá 1942) Pág. XXXII Biblioteca Luis Ángel Arango.
[8] “Memoria del señor ministro de educación nacional al congreso de 1946”
(Bogotá 1946) Pág. XII
Biblioteca Luis Ángel Arango.
[9]“Memoria del señor ministro de educación nacional al congreso de
1946”(Bogotá 1946) Pág. XII
Biblioteca Luis Ángel Arango
[10]“Memoria del señor ministro de educación nacional al congreso de
1946”(Bogotá 1946) Pág. XXIII
Biblioteca Luis Ángel Arango
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